Los cuatro elementos

Los cuatro elementos

El universo está constituído por los cuatro elementos:

agua, fría y húmeda como el otoño
tierraseca y fría como el invierno
fuegocaliente y seco como el verano
airehúmedo y caliente como la primavera

La poesía está constituída por esos mismos cuatro elementos más la quintaesencia, el éter. Por eso dice Calderón de la Barca en La Vida es Sueño:

Pues el cuerpo es la tierra,
El fuego, el alma que en el pecho encierra,
La espuma el mar, y el aire es el suspiro,
En cuya confusión un caos admiro;
Pues en el alma, espuma, cuerpo, aliento,
Monstruo es de fuego, tierra, mar y viento.

En la Piedra del Sol, el Calendario Azteca, aparcen las cuatro eras, que nos hacen pensar en los cuatro elementos:

Jaguar
Viento
Lluvia de fuego
Agua

Todo mi poemario surge de estas ideas, encontrando nexos y coincidencias reveladores de un misterio profundo en los que se mezclan la poesía, la alquimia, la antroposofía y la mitología. En los albores de la humanidad el ser humano comprendió el misterio de la vida al concebir la repetición de los fenómenos cíclicos, como la duración de los días, las fases lunares o el paso de las estaciones. El círculo debió de ser el primer símbolo que permitió configurar ese conocimiento que se estaba constituyendo en el espíritu humano, y no es casualidad que lo eligiera para reperesentar el eterno retorno de los fenómenos de la naturaleza. Posiblemente fue eso lo que le llevó a ver en la serpiente, que es capaz de enroscarse formando un círculo, pero también de cambiar su piel cada año, el animal que simboliza el cambio, la renovación y el eterno retorno. De ahí debieron surgir en el imaginario seres fantásticos como el uroboros, la esfinge y el dragón, emparentados con la serpiente y que simbolizan los ciclos y el eterno retorno. También los calendarios en forma de rueda, los mandalas y los zodiacos vehiculan la misma idea. Es posible que en esa idea del eterno retorno esté el germen del concepto de vida después de la muerte y de inmortalidad. Todo esto aparece en la mitología, en el pensamiento mágico, en las diferentes cosmogonías, en los arquetipos y en el arte, muy particularmente en la literatura. Nuestra fascinación por ello encuentra aquí su raíz. 





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