En los albores de la humanidad,
en el misterio de la noche,
el hombre contempla absorto la luna;
imagina y sueña:
luna lunera, cascabelera;
La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
Mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
Huye luna, luna, luna.
Nace la poesía.
Súbitamente comprende y toma conciencia de la sucesión de los ciclos lunares.
Capta una ley universal de la naturaleza.
En el origen fue la poesía, después llegó la ciencia. Siempre nos quedará la Luna.
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